Genaro Rodriguez con Herbert Klein |
Es el erudito del siglo XVI, el dominicano que más ha estudiado el periodo
colonial, el más aventajado paleógrafo, el único que ha estado por 25 años
ininterrumpidos en el Archivo General de Indias y el que ha vinculado al país
con prestigiosos historiadores de Europa y Norteamérica. Genaro Rodríguez Morel
ha acumulado otras primacías desde que partió a España un adolescente, pero ya
con experiencia académica, política e historiográfica como auxiliar del
reconocido dominico fray Vicente Rubio y con Raymundo González Peña, a rastrear
los Fondos Coloniales de los Archivos de Sevilla para asociar la documentación
encontrada a las celebraciones del Quinto Centenario del Descubrimiento de
América. Interrumpió para esta misión la licenciatura en historia que cursaba en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo donde además militó en el Partido
Socialista, fundado por Max Puig; en Tendencia Marxista Revolucionaria, que
integraban intelectuales como Roberto Cassá, Otto Fernández, Carlos Julio Báez,
Julio Sánchez, Luis Gómez Pérez y Pedro Catrain, entre otros. Después estaría
entre los iniciadores del Movimiento de Unidad Socialista (MUS), y dirigiría la
revista “Poder Popular”. Sigue siendo de izquierda aunque ahora esta tendencia “no es lo que era,
incluso la intelectualidad ha perdido su independencia porque los poderes del
Estado han absorbido” gran parte de esa clase, dice. Los valores son otros y no
hay independencia de pensamiento, salvo raras excepciones, confiesa este leal
militante que llegó a involucrarse con el PSOE llevando ideas transformadoras
pero lo abandonó porque percibió que “era un partido del sistema”. Se define
librepensador, pese a mantener vínculos con esa organización, y logra mantenerse
“honesto” en sus ideas. Quizá es más conocido en la madre patria y en Estados Unidos, a pesar de que
en República Dominicana su nombre es familiar en la intelectualidad, sobre todo
entre historiadores, a los que evita el costo económico de un viaje, el consumo
de inagotables horas entre viejas escrituras e inmensidad de legajos y
transcripciones y la inversión en fotocopias o discos compacto porque ha
trasladado la información más valiosa en su obra inestimable, fértil,
galardonada, que refleja la historia nacional a partir de 1492. Cuando se marchó en 1988 retornó al país en diciembre de 1992 pero ya el amor
de Maricarmen Seda lo había conquistado y en febrero de 1991 volvió para
casarse y quedarse. Ella es la madre de su hijo Genarito. En España, Genaro Rodríguez Morel escribe e investiga más de 15 horas diarias
desde las cuatro de la madrugada. A veces se queda en la casa redactando el
resultado de sus hallazgos. Sus libros no son comerciales. Los han patrocinado
el Patronato de la Ciudad Colonial, el Archivo General de la Nación, la Academia
Dominicana de la Historia para que los tome el interesado y tenga una idea
acabada de lo que pasaba en la colonia en los diferentes momentos que él ha
estudiado. Algunos volúmenes son los únicos legajos existentes en Sevilla sobre
Santo Domingo, que él ha transcrito y reproducido con una extensa introducción
descriptiva. De Mao y Montecristi. Nació en Montecristi el 17 de octubre de 1955, hijo de
Dominga Morel y Genaro Rodríguez, él de Mao, trasladado a aquella comarca como
mecánico de la Grenada Company. En 1957 la familia retornó a Valverde y Genaro estudió en los colegios Santa
Teresita, Don Bosco y Juan de Jesús Reyes hasta que ingresó a la UASD en 1975.
En 1977 ya era asistente de Roberto Cassá. Luego trabajó en Patrimonio Cultural
con Fernando Pérez Memén, Víctor Bisonó y el padre Rubio. Posteriormente auxilió
al sociólogo André Corten en trabajos de campo en los bateyes. De esa época es
su investigación sobre la presencia de la familia Bogaert en Mao. Terminó la
licenciatura en 2001, en España, y tiene doctorado de la Universidad Jaume I.
Entre sus libros publicados están: Cartas del cabildo de Santo Domingo en el
siglo XVI; Cartas de los cabildos eclesiásticos de Santo Domingo y Concepción de
La Vega en el siglo XVI; Cartas del cabildo de la ciudad de Santo Domingo en el
siglo XVII; Cartas de la Audiencia de Santo Domingo de 1530 a 1545 (un tomo) y
otro de 1546 a 1575. También los orígenes de la economía de plantación de Santo Domingo en el
siglo XVI, que fue su tesis doctoral y mereció el Premio Nacional de Historia
José Gabriel García, del Ministerio de Cultura, el año pasado. Es autor de artículos sobre la economía azucarera de La Española, aparecido
en “Tropical Babylon”, donde escriben los mayores especialistas en plantación
del mundo, y que coordinan Stuart Bschwart, de Yale; Franklin Knight, de John
Hopkins University; Herbert Klein, de Columbia y Alejandro de la Fuente, cubano,
entre otros. Ha colaborado, además, con el libro Del trabajo esclavo al trabajo libre, por
José Antonio Piqueras, profesor de Jaume I, con un trabajo sobre esclavitud y
plantación, y con un ejemplar acerca de la historia de los mercados en el que
analizó el comercio dominicano en el siglo XVI. Son muchas más sus aportaciones
como articulista y magistral disertante. Es un cooperador de la Academia
Dominicana de la Historia y del Archivo General de la Nación al que asesoró en
materia archivística y en la organización de la sala de investigación desde que
Roberto Cassá asumió la dirección. Es el recopilador de todos los Juicios de Residencias de los siglos XVI y
XVII y de cartas del siglo XVIII tocantes a gobernantes de la Isla, presidentes
de la Real Audiencia, jueces y oidores y tiene en preparación volúmenes sobre
correspondencia de obispos y arzobispos, cuentas de las Cajas Reales, del
Cabildo Eclesiástico, de la Real Audiencia…Sencillo, humilde, dispuesto, desinteresado, es un eficiente enlace entre
criollos y foráneos a los que trae para que aporten gratuitamente conocimientos
y experiencias en cursos, cursillos, cátedras, charlas. Coordina el primer tomo de la Historia General del Pueblo Dominicano y es
autor de cinco capítulos de ese ambicioso proyecto en el que participa más de un
centenar de historiadores nacionales. El valor de sus investigaciones y libros los resume afirmando que “aquí no
hay documentos del siglo XVI, el país no tiene fuentes y para ir al Archivo de
Indias es costoso y de gran dificultad. He transcrito ese acervo para hacer
fácil la labor a los interesados. Me he especializado en el periodo colonial”.
En la República, nadie lo conoce tanto como él.
Fuente : Periodico Hoy
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