Maria Isabel Soldevila
EL JOVEN DE 42 AÑOS CON CARA DE INOCENCIA QUE LLEGÓ AL PALACIO NACIONAL EN 1996 SE HA CONVERTIDO EN UN POLÍTICO CURADO EN LAS BATALLAS POR EL PODER
EL JOVEN DE 42 AÑOS CON CARA DE INOCENCIA QUE LLEGÓ AL PALACIO NACIONAL EN 1996 SE HA CONVERTIDO EN UN POLÍTICO CURADO EN LAS BATALLAS POR EL PODER
Los cabellos
encanecen. La piel cambia y la sonrisa parece menos ingenua. Hace ya 16
años de la primera vez que Leonel Fernández Reyna se cruzó en el pecho
la banda presidencial. Entonces, era un joven hombre de 42 años,
divorciado, delgado, vital –un enorme contraste con el saliente anciano
Joaquín Balaguer. Tres veces ha ocupado ya la primera
magistratura y con la experiencia han llegado también las canas, las
libras de más, pero también una compañera de vida –que desde el 16 de
agosto dejará de ser primera dama para ser vicepresidenta—, una pequeña
hija, Yolanda América, que vino a aumentar su prole compuesta por Nicole
y Omar Leonel. Con una exitosa carrera política, a Fernández le
ha tocado en dos ocasiones pasar la antorcha de la candidatura por el
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a Danilo Medina, quien en 2000
no consiguió llegar a la Presidencia, pero –en un escenario de Deja Vu,
con un desenlace diferente– le releva ahora en el palacio presidencial.
Una vida adulta ligada al poder
La primera magistratura le ha visto madurar. De un joven abogado y profesor universitario se ha convertido en un veterano gobernante con una decena de doctorados Honoris Causa, miles de kilómetros recorridos en viajes gubernamentales y gran influencia en el escenario político local e internacional.
Se van con él su eterno bigote –unos días más canoso, otros más negro— su formalidad inmutable, su seseo, sus discursos de modernidad y su vocación de poder, que será reconocida este lunes por su partido, orgulloso de sus cinco victorias electorales.
Una vida adulta ligada al poder
La primera magistratura le ha visto madurar. De un joven abogado y profesor universitario se ha convertido en un veterano gobernante con una decena de doctorados Honoris Causa, miles de kilómetros recorridos en viajes gubernamentales y gran influencia en el escenario político local e internacional.
Se van con él su eterno bigote –unos días más canoso, otros más negro— su formalidad inmutable, su seseo, sus discursos de modernidad y su vocación de poder, que será reconocida este lunes por su partido, orgulloso de sus cinco victorias electorales.
SIEMPRE FORMAL
Siempre de saco y corbata
SOBRIO AL VESTIR
Siempre de saco y corbata
SOBRIO AL VESTIR
Salvo en escasas ocasiones en las que usa chaqueta informal o una camisa de mangas largas, el presidente Leonel Fernández mantiene la formalidad y lleva bajo sol, lluvia, día o noche siempre traje y corbata.
Nunca se le ha visto en mangas cortas.
NIEVE EN SU CABEZA
El paso de los años
CAMBIOS EN SU FISONOMÍA
El paso de los años
CAMBIOS EN SU FISONOMÍA
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