María Isabel Soldevila
maria.soldevila@listindiario.com
Decidí postergar la segunda parte de una serie de columnas sobre la transparencia en el Estado, porque entre tanto corazón flechado y chocolate amoroso, a la víspera de San Valentín hay que hablar de lo que es y no es amor. Quien ama no destruye. La imagen de un pequeño abrazado al cuerpo ensangrentado de su madre, asesinada por su antigua pareja, no se me despinta de la mente. Hay todavía quien se atreve a hablar de que semejantes horrores son cosas de la pasión. El pasado día 8, un reportaje del periodista Ramón Urbáez recogía los desgarradores testimonios de familiares de algunas de las 18 mujeres que habían sido asesinadas desde el inicio del año hasta la fecha de la publicación. Según el texto, entre 2009 y 2010 “la Policía Nacional registró 346 homicidios de mujeres, que dejaron a más de 602 menores de edad en orfandad”. Y todavía hay quien justifica esos actos criminales que siegan vidas de mujeres y arruinan las de niños y niñas que quedan desprotegidos y traumatizados hablando de “celos”, o culpabilizándolas por “infieles”, o no ser “fáciles”. Por “buscarse problemas”. El amor es otra cosa. La pasión, el cariño, el deseo no se deben confundir con la violencia, la obsesión, la posesividad ni la maldad. Sólo hay que pensar en la niña de seis años que tiene que cargar con que su padre le diera siete tiros a su madre, o en los hermanitos que ahora mendigan suerte, comida y una posiblidad de ir a la escuela, luego de que el ex compañero de su madre la acuchillara y quemara la casa dejándoles sin nada. El amor no mata, y ya no queremos más muertas en nombre del amor. Tampoco queremos más huérfanos de la violencia. Todos queremos las flores, los abrazos, pero no en el cementerio. Es hora de romper con tanto estereotipo, y defender el amor que no daña.
Tomado del Periodico Listin Diario
maria.soldevila@listindiario.com
Decidí postergar la segunda parte de una serie de columnas sobre la transparencia en el Estado, porque entre tanto corazón flechado y chocolate amoroso, a la víspera de San Valentín hay que hablar de lo que es y no es amor. Quien ama no destruye. La imagen de un pequeño abrazado al cuerpo ensangrentado de su madre, asesinada por su antigua pareja, no se me despinta de la mente. Hay todavía quien se atreve a hablar de que semejantes horrores son cosas de la pasión. El pasado día 8, un reportaje del periodista Ramón Urbáez recogía los desgarradores testimonios de familiares de algunas de las 18 mujeres que habían sido asesinadas desde el inicio del año hasta la fecha de la publicación. Según el texto, entre 2009 y 2010 “la Policía Nacional registró 346 homicidios de mujeres, que dejaron a más de 602 menores de edad en orfandad”. Y todavía hay quien justifica esos actos criminales que siegan vidas de mujeres y arruinan las de niños y niñas que quedan desprotegidos y traumatizados hablando de “celos”, o culpabilizándolas por “infieles”, o no ser “fáciles”. Por “buscarse problemas”. El amor es otra cosa. La pasión, el cariño, el deseo no se deben confundir con la violencia, la obsesión, la posesividad ni la maldad. Sólo hay que pensar en la niña de seis años que tiene que cargar con que su padre le diera siete tiros a su madre, o en los hermanitos que ahora mendigan suerte, comida y una posiblidad de ir a la escuela, luego de que el ex compañero de su madre la acuchillara y quemara la casa dejándoles sin nada. El amor no mata, y ya no queremos más muertas en nombre del amor. Tampoco queremos más huérfanos de la violencia. Todos queremos las flores, los abrazos, pero no en el cementerio. Es hora de romper con tanto estereotipo, y defender el amor que no daña.
Tomado del Periodico Listin Diario