Mirando con el retroscopio el desarrollo social humano durante
los dos milenios de la era cristiana transcurridos, se puede notar un
constante y exponencial aceleramiento en la velocidad de los cambios de
las relaciones entre las personas. Las distancias espaciales parecen acortarse debido a la rapidez en
que viajan la información, el sujeto y las cosas. Sin embargo, hay una
ausencia de sincronismo en lo que respecta a la actitud mental del
individuo, digamos que el comportamiento de la especie sigue siendo muy
similar entre diversas generaciones. Veamos un ejemplo: en el siglo VI
el papa Gregorio Magno hablaba de los siete pecados capitales que son la
gula, avaricia, envidia, lujuria, ira, pereza y la soberbia. Tomás de
Aquino en el siglo XIII hacía mención de esos mismos vicios, demostrando
la ineficiencia de setecientos años para purgar dichas taras del alma
de los pecadores. La soberbia engloba la vanidad, debilidad espiritual
que tantas desgracias ha traído a la carne en las últimas cinco décadas.
Crece de modo exponencial el número de mujeres que se someten a la
modalidad de cirugía estética denominada liposucción. Se trata de un
procedimiento mediante el cual se inyecta más de un litro de suero con
adrenalina y lidocaína dentro del tejido graso de la cliente. Con un
trocar se extrae el tejido adiposo a fin de reducir el volumen del área y
modificar el relieve corporal. De poco ha valido la advertencia de la
agencia FDA norteamericana referente a los riesgos y complicaciones de
dicho acto quirúrgico. Habla dicho estamento oficial de la posibilidad de infecciones,
embolias, perforaciones de vísceras, formación de tumoraciones líquidas,
compresión nerviosa, edema, gangrena de la piel, quemaduras eléctricas,
desbalance hidroelectrolítico y toxicidad anestésica. La agencia federal sobre el control de medicamentos y alimentos del
gobierno de los Estados Unidos hace mención del número de muertes
acaecidas a consecuencias de la popular operación.Con relativa frecuencia son recibidos en el Instituto Nacional de
Patología Forense los cadáveres silentes de damas que perdieron la vida
como resultado de la obsesiva idea de cambiar su apariencia física ante
los demás. Buscando lucir diferente se sometieron a variadas
manipulaciones que al final resultaron en una muerte inesperada. Una de
esas víctimas correspondió a una señora de 31 años quien anteriormente
había sido intervenida en la zona del vientre para reducir la
circunferencia de su abdomen y dos años después se hacía otra operación
similar, esta vez para achicar las “pistoleras” y glúteos.
Desafortunadamente la hoy occisa hizo un paro cardiorrespiratorio en
medio de la cirugía y del cual no logró recuperarse, pereciendo en el
acto. ¿Cuántas mujeres han de perecer en la República Dominicana para que
el nivel de consciencia de la población diana supere el de la avaricia
de ciertos promotores que alimentan falsas ilusiones, a través de un
mercado vendedor de atrayentes imágenes virtuales?
Fuente : Periodico Hoy
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