Pamela McCarthy murió tras las descargas eléctricas que le propinó
un policía de Nueva York para evitar que siguiera golpeando a su hijo
de tres años. Había consumido ivory wave. Los terribles efectos de las sales de baño
vuelven a sacudir al mundo. En el caso del caníbal de Miami, Ruby
Eugene había sido sorprendido por un oficial en mayo de 2012 mientras
comía el rostro de un indigente. Tras dispararle y aún así no poder
evitar que siguiera arrancándole ojos, nariz y boca, tuvo que matarlo.
Tanto de McCarthy, 35 años, como del caníbal, se sospecha que estaban
bajo el influjo de la mortífera droga que se vende por internet como sales de baño. "Ella no era consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor",
aseguró Rodney Campbell, capitán de la Policía neoyorkina.
Los chillidos que salían de la casa conmovieron a los vecinos, que
después de un rato llamaron a las autoridades. Pero ante la demora de
los oficiales en acudir, Heather Ames, que vive en la casa contigua, se
dirigió hacia donde se estaba produciendo la escena.
La madre no paraba de zurrar al niño. Entonces empezaron a forcejear,
pero la fuerza de McCarthy pudo más y desplazó a Ames. "Me aprisionó con
sus manos y pensé que iba a pegarme. Me rasguñó la cara y me tiró del
cabello", contó.
En ese momento apareció Jason Williams, el padre, que sí consiguió
sacarle a su hijo, y salió a la calle corriendo, con él en brazos. Pero
la madre no estaba dispuesta a que le arrebataran a su presa, así que
salió detrás de su esposo con tanta furia que terminó tropezándose al
descender por la escalera que llevaba a la calle. Según David Bridge,
otro testigo, "después de volar varios metros, golpeó en el suelo y se levantó como si nada".
Al
ver que ya no podía alcanzarlos, empezó a sacarse toda la ropa y a
arrojársela a los transeúntes, exactamente igual que el caníbal de
Miami. Luego de amenazar a las personas que circulaban en ese momento,
dio media vuelta y volvió corriendo hacia su casa.
Tropezó nuevamente con las escaleras y, tras levantarse, encontró una
nueva víctima: su perro, un pitbull.
En ese estado la encontraron los policías, que a pesar de que eran dos
hombres, no podían detenerla. Hasta que le aplicaron una descarga con su
pistola taser. Terminó muriendo en el hospital, horas después. No era la primera vez que la Policía tenía que ir a la casa para calmar a
McCarthy por el estado en la que la dejaba el ivory wave. Pero nunca
había llegado tan lejos.
Parlamentarios están intentando sacar una ley que prohíba la venta de
esta sustancia.
Fuente| Infobae
Fuente| Infobae
No hay comentarios:
Publicar un comentario