Gabriel Garcia Marquez |
Gabriel García Márquez
solía opinarlo todo. Aparecer en las elecciones presidenciales, mediar en
liberaciones, dar declaraciones que siempre revolvían el alma. Del Nobel de Literatura no se sabía nada desde 2007, cuando viajó
en tren a Aracataca,
su pueblo en el Caribe colombiano, y se le vio con Mercedes, su esposa,
hablando, inaugurando la remodelación de la que fue su casa, riendo, sí, pero
cansado, muy cansado. En 1999 le habían detectado un cáncer linfático que superó. En 2001
murió uno de sus hermanos, Gabriel Eligio García Márquez. «Eso fue un mazazo
para él», le diría a ABC entonces Jaime García Márquez, el otro de sus hermanos
que maneja la Fundación para un Nuevo
Periodismo en Cartagena de Indias. Gabo publicó «Vivir para contarla», sus memorias en 2002. Quería
escribir más tomos. No lo hizo. Tenía ganas de terminar otro libro sobre amores
contrariados, su tema. No se supo más. No escribe, no opina, no aparece. O sí.
Cuando cumplió 85 años,
en marzo pasado, las revistas de farándula publicaron fotos de Gabo en México,
país en el que ha vivido la mayor parte de su vida, con sobrinos, Mercedes,
amigos. Era él, sí, pero no era él. Parecía ausente, sin esa chispa de estrella
que tienen sus ojos. Gabo estaba raro. El tema en Colombia es un tabú. Gabo es
patrimonio.
La preocupación de un amigo
Pero el portal de internet Kien&Ke puso el dedo en la llaga. El periodista Édgar Artunduaga, en un artículo que
título, «¿Se apagó la memoria de Gabo?», entrevistó a Plinio Apuleyo Mendoza,
gran amigo del Nobel, autor de «El Olor de la Guayaba», un libro sobre recuerdos
de infancia y juventud, amigos y literatura, con Gabo (1982). En la entrevista
Mendoza habla claramente de su preocupación por la memoria de Gabo. Cuenta que
hace cinco años no habla con él. «Tiene que verte porque si no, por la voz, no
sabe con quién está hablando», le dijo Rodrigo, uno de los dos hijos de
Gabo. «La última vez que hablamos - comentó Mendoza en la entrevista- se le
olvidaban ciertas cosas y me preguntaba: “¿Cuándo llegaste? ¿Dónde estás
alojado?”; y repetía. En cambio, fuimos a almorzar y a recordar cosas muy
antiguas de hace 30 o 40 años, remotas, y la memoria le funcionaba
perfectamente». Artunduaga también entrevistó a Carmen Balcells,
la agente literaria de García Márquez. Le dijo que lo vio «un poco pachucho de
salud en la celebración del último cumpleaños. Quizá porque nos hacemos
mayores», justificó. Dijo que Gabo se
ha vuelto cascarrabias y tiene una mirada llena de nostalgia. «Muchos
amigos con quienes he comentado el asunto me dicen que con ellos también se
limitaba a iguales interrogantes. Entonces hay la sospecha de que simplemente
tiene unas fórmulas. Si no reconoce no dice “no sé quién eres tú”, sino que hace
unas preguntas genéricas. Me duele mucho esta situación y me inquieta. Gabo
siempre ha sido un gran amigo», remata Mendoza.
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