Para los expertos es la unión de posmodernidad, pero autoridades alertan sobre desenlaces fatales.
La arraigada creencia de que casarse con un
extranjero es como ganarse el 'Loto' no es del todo cierta. No lo fue para la antioqueña Lina María Ospina,
asesinada el 2 de enero en North Port (Florida) por su esposo, un guatemalteco
con nacionalidad estadounidense, al que conoció en Internet. Y tampoco lo ha
sido para decenas de mujeres que resultaron siendo víctimas de violencia sexual,
intrafamiliar o económica. Por no hablar de explotación sexual y laboral.
Algunas mujeres que buscan su 'príncipe azul' en la
Red, incluso, han sido víctima de trata de personas en la modalidad de
matrimonio servil. La Organización Internacional para las Migraciones
(OIM) ha intervenido seis de ellos. "Como esta modalidad es poco conocida, las
víctimas no se identifican como tales y no denuncian", cuenta Carolina López
Laverde, coordinadora del programa de lucha contra la trata de la OIM. El matrimonio servil se da en una unión que puede ser legal, pero en la que se
comprueba algún tipo de explotación y no solo de tipo sexual, entre otros
aspectos", dice López. La mayoría de estas mujeres conoce a sus victimarios
en Internet, mediante redes sociales, páginas Web gratuitas o agencias
matrimoniales. Estas últimas dicen no conocer casos de trata entre sus clientes
y atribuyen los riesgos a "páginas piratas, y al afán de algunas, que se casan
sin confirmar con quién", dice Jonas Vogulys, de la agencia que lleva su
apellido. Latin American Introductions, otra que aparece en la Web como
Solitos.com y que tiene a 3.954 colombianas inscritas (pagan 295.000 pesos al
año), dice que el riesgo es para los extranjeros, que muchas veces son
explotados por ellas. "A uno de mis clientes, por ejemplo, le hicieron el paseo
millonario", dice Lucy González, una de las dueñas. Esta agencia tiene a 930
extranjeros que buscan mujer y que pagan 1.000 dólares al año. Para el antropólogo español Jordi Roca, que ha
investigado el tema a fondo, buscar pareja en Internet es una modalidad propia
de la posmodernidad, que ha sido estigmatizada. "Algo malo te puede pasar si te
casas con la vecina", contrasta. No obstante, la OIM insiste: "No le vamos a
decir a la gente que no cumpla el sueño de irse, pero sí que lo haga
responsablemente".
Perú
Menor de Santander,
explotada y abusada
A los 15 años, Alejandra soñaba con salir del país y dejar las precarias
condiciones de vida que tenía en un pueblo de Santander. A través de Internet
conoció a Javier, un peruano de 27 años que le prometió una mejor vida en su
país. El hombre fue por ella en agosto de 2007, y se la llevó de ilegal.
Viajaron por tierra y sin permiso de la familia de la niña, que la reportó como
desaparecida. La policía de Lima halló a la menor en un retén, y la joven fue
repatriada en febrero de 2008. Una fuente de la OIM, que siguió el caso, dijo
que era abusada por un hermano del captor.
Japón
Millonario dejó a bogotana
en la calle
Dennys, de 37 años, conoció a un japonés millonario a través de una agencia
matrimonial, en enero de 2009. Al mes se casó y se fue a vivir a Tokio. Tuvo dos
hijos. Vivía en medio de lujos, pero no podía visitar a su familia en Colombia.
Un día insistió en viajar, pero su marido la amenazó con quitarle a los niños.
Ella, desesperada, decidió partir, pese a las amenazas. La reacción del esposo
fue cancelar sus tarjetas de crédito y dejarla en la calle, para impedir el
viaje. La Cancillería la apoyó en su repatriación, pero no se comprobó el delito
de trata de personas, fue violencia económica.
Un caso de 'trata' en Buenos Aires
OIM y
cancillería repatriaron a joven víctima de matrimonio servil
Érika, de 23 años, viajó a Argentina en junio de 2007, luego de haber
conocido, 15 días atrás, a su 'príncipe azul' por Internet. El hombre, que
corrió con todos los gastos, empezó a tornarse agresivo, al punto de que le
exigió devolver el dinero que había invertido en su viaje. La madre de Érika le
envió el dinero, pero no volvió a saber de ella. Él le había retenido su
pasaporte y la obligó a entregarle las claves de sus correos y redes sociales en
Internet, y le prohibió el uso del teléfono. El hombre, que vivía con su mamá,
dos hermanos y varios sobrinos, esclavizó a la mujer en oficios del hogar y le
informó que se iban a vivir al sur del país. La joven abrió una cuenta de correo
y pidió ayuda a un amigo en Colombia, que se contactó con la Cancillería. En
enero de 2008 fue repatriada, con apoyo de la OIM.
Fuente : "El Tiempo"
- Autor : JORGE QUINTERO -
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