domingo, 19 de febrero de 2012

Las verdades sobre el peligro de emparejarse en Internet

Para los expertos es la unión de posmodernidad, pero autoridades alertan sobre desenlaces fatales.

 

La arraigada creencia de que casarse con un extranjero es como ganarse el 'Loto' no es del todo cierta. No lo fue para la antioqueña Lina María Ospina, asesinada el 2 de enero en North Port (Florida) por su esposo, un guatemalteco con nacionalidad estadounidense, al que conoció en Internet. Y tampoco lo ha sido para decenas de mujeres que resultaron siendo víctimas de violencia sexual, intrafamiliar o económica. Por no hablar de explotación sexual y laboral. Algunas mujeres que buscan su 'príncipe azul' en la Red, incluso, han sido víctima de trata de personas en la modalidad de matrimonio servil. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha intervenido seis de ellos. "Como esta modalidad es poco conocida, las víctimas no se identifican como tales y no denuncian", cuenta Carolina López Laverde, coordinadora del programa de lucha contra la trata de la OIM. El matrimonio servil se da en una unión que puede ser legal, pero en la que se comprueba algún tipo de explotación y no solo de tipo sexual, entre otros aspectos", dice López. La mayoría de estas mujeres conoce a sus victimarios en Internet, mediante redes sociales, páginas Web gratuitas o agencias matrimoniales. Estas últimas dicen no conocer casos de trata entre sus clientes y atribuyen los riesgos a "páginas piratas, y al afán de algunas, que se casan sin confirmar con quién", dice Jonas Vogulys, de la agencia que lleva su apellido. Latin American Introductions, otra que aparece en la Web como Solitos.com y que tiene a 3.954 colombianas inscritas (pagan 295.000 pesos al año), dice que el riesgo es para los extranjeros, que muchas veces son explotados por ellas. "A uno de mis clientes, por ejemplo, le hicieron el paseo millonario", dice Lucy González, una de las dueñas. Esta agencia tiene a 930 extranjeros que buscan mujer y que pagan 1.000 dólares al año. Para el antropólogo español Jordi Roca, que ha investigado el tema a fondo, buscar pareja en Internet es una modalidad propia de la posmodernidad, que ha sido estigmatizada. "Algo malo te puede pasar si te casas con la vecina", contrasta. No obstante, la OIM insiste: "No le vamos a decir a la gente que no cumpla el sueño de irse, pero sí que lo haga responsablemente".

Perú

Menor de Santander, explotada y abusada
A los 15 años, Alejandra soñaba con salir del país y dejar las precarias condiciones de vida que tenía en un pueblo de Santander. A través de Internet conoció a Javier, un peruano de 27 años que le prometió una mejor vida en su país. El hombre fue por ella en agosto de 2007, y se la llevó de ilegal. Viajaron por tierra y sin permiso de la familia de la niña, que la reportó como desaparecida. La policía de Lima halló a la menor en un retén, y la joven fue repatriada en febrero de 2008. Una fuente de la OIM, que siguió el caso, dijo que era abusada por un hermano del captor.

Japón

Millonario dejó a bogotana en la calle
Dennys, de 37 años, conoció a un japonés millonario a través de una agencia matrimonial, en enero de 2009. Al mes se casó y se fue a vivir a Tokio. Tuvo dos hijos. Vivía en medio de lujos, pero no podía visitar a su familia en Colombia. Un día insistió en viajar, pero su marido la amenazó con quitarle a los niños. Ella, desesperada, decidió partir, pese a las amenazas. La reacción del esposo fue cancelar sus tarjetas de crédito y dejarla en la calle, para impedir el viaje. La Cancillería la apoyó en su repatriación, pero no se comprobó el delito de trata de personas, fue violencia económica.
Un caso de 'trata' en Buenos Aires

OIM y cancillería repatriaron a joven víctima de matrimonio servil
Érika, de 23 años, viajó a Argentina en junio de 2007, luego de haber conocido, 15 días atrás, a su 'príncipe azul' por Internet. El hombre, que corrió con todos los gastos, empezó a tornarse agresivo, al punto de que le exigió devolver el dinero que había invertido en su viaje. La madre de Érika le envió el dinero, pero no volvió a saber de ella. Él le había retenido su pasaporte y la obligó a entregarle las claves de sus correos y redes sociales en Internet, y le prohibió el uso del teléfono. El hombre, que vivía con su mamá, dos hermanos y varios sobrinos, esclavizó a la mujer en oficios del hogar y le informó que se iban a vivir al sur del país. La joven abrió una cuenta de correo y pidió ayuda a un amigo en Colombia, que se contactó con la Cancillería. En enero de 2008 fue repatriada, con apoyo de la OIM.

Fuente : "El Tiempo"
Autor : JORGE QUINTERO -

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