Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ Con la mirada perdida en el vacío y sin inmutarse un solo instante, el dominicano Jesús Alejandro, quien en abril del 2008, asesinó de 26 puñaladas a su mujer, Christina Hernández (también dominicana) pidió perdón a la madre, el padre y otros familiares de la víctima, antes de ser condenado a 23 años con extensión a cadena perpetua.
El perdón le fue negado.
Los progenitores de la infortunada madre quien tenía 25 años de edad, profirieron todo tipo de maldiciones contra Alejandro, que alegó en un juicio que no sólo recordaba el que su compañera sentimental quería obligarlo a que se hiciera un video pornográfico para publicarlo en Youtube y por ello reaccionó violentamente. Dijo que no recordaba haberla matado y menos de la manera en que lo hizo: luego de propinarle 26 estocadas en todas partes del cuerpo, la degolló y lo metió en el horno de la calefacción del edificio con intención de quemarlo para borrar las evidencias. Con 22 años de edad, Alejandro quien residía en El Bronx y convivía maritalmente con Hernández en un edificio de la calle 119 Oeste en Harlem, donde en presencia de su compañera de cuarto la acuchilló. La testigo que llamó a la policía y declaró contra el asesino, no fue lesionada por el dominicano. Los fiscales dijeron que el supuesto video nunca se hizo y que era una historia inventada por Alejandro. “Te odio y eres un cobarde cabrón”, fue la respuesta del padre de la víctima Wilfredo Hernández, quien junto a su esposa María Justiniano y otros familiares, se presentaron a la corte con camisetas en las que tenían la foto de la muerta. Pidieron al juez Gregory Carro condenar a la pena máxima, cadena perpetua, a Alejandro y Justiniano dijo entre prolongados sollozos que ya no puede abrazar, besar y darle cariño a su hija. El matador tenía 18 años cuando asesinó a Hernández. “Este es el crimen más sangriento que jamás haya visto”, dijo la fiscal adjunta Jennifer Sigall, añadiendo que el asesino, después de apuñalar 26 veces a la víctima, la degolló, arrastró su cadáver y lo metió en el horno con la intención de quemarlo. Trató de huir saliendo por una de las ventanas traseras y la policía, lo arrestó en el patio del edificio con el cuchillo ensangrentado en sus manos. Alejandro insistió en el juicio que Christina y su compañera de cuarto se burlaban de él frecuentemente y al pedir perdón, dijo que si hubiera estado en su estado de ánimo natural, jamás la hubiese matado. El magistrado le extendió la condena a posibilidad de cadena perpetua por la conducta violenta de Alejandro quien inclusive en la cárcel, agarró por el pelo a una oficial de corrección y la golpeó varias veces en la cara. “Usted, claramente tiene problemas para controlar su ira”, le encrespó el juez Carro al dominicano.
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