jueves, 31 de mayo de 2012

De duelos y perdidas

"Duele que gente sesuda, con profundidad de análisis y que no se beneficia de resultados electorales, había advertido con tiempo el rosario de errores que se venían cometiendo y no fue escuchada ni considerada."

He pasado la mitad de mi vida aconsejando y apoyando gente que ha perdido seres queridos. Hasta la muerte reciente de mi madre no conocía en persona la naturaleza del dolor. El mundo de la psicología ha aportado bastante material sobre las reacciones humanas ante las pérdidas. Si un estado de tristeza ante un evento doloroso se prolonga por varias semanas puede convertirse en una depresión y requerir ayuda profesional y, muchas veces, la administración de medicamentos especiales.La reacción más primitiva ante una pérdida es la negación. “Esto me parecía imposible”, me dijo un lustrador de zapatos que resistió las tentaciones de comer un día hipotecando su conciencia. Otro mecanismo psicológico es la racionalización, que consiste en  buscarles explicaciones acomodaticias a los resultados, en función de explicaciones no dolorosas. “Es que tenían todos los cuartos del mundo”. Este mecanismo resta objetividad al analista impidiendo el desarrollo de un nivel de autocrítica que permita elaborar correctivos para el futuro. La proyección es un mecanismo de defensa inconsciente que hace que el ser humano atribuya a otros actitudes, hechos o acontecimientos a los que teme o de los cuales es protagonista. “La grasa no bajó”, pero resulta que ese mismo personaje no distribuyó adecuadamente los viáticos de comida y transporte que debían beneficiar a los participantes de un determinado evento. El culpabilizar a diestra y siniestra a otros de un acontecimiento no esperado es una tendencia. En medicina cuando alguien muere súbitamente se procura culpar a los médicos de descuido. Cuando un paciente grave sobrevive se trato de un milagro o de la mano del creador. El trabajo organizado, sistemático, con objetivos claros y definidos es la base del éxito. La desorganización, el triunfalismo, la ausencia de planificación estratégica y la prepotencia, en donde no se miden las consecuencias de lo que se dice y se hace, conllevan al fracaso. Las elecciones en República Dominicana tienen una gran tradición de pérdidas, duelos e incidentes, pero es lo que tenemos y debemos perfeccionarlas cada vez más. Duele que gente sesuda, con profundidad de análisis y que no se beneficia de resultados electorales, había advertido con tiempo el rosario de errores que se venían cometiendo y no fue escuchada ni considerada. Las divisiones crean enemistades. Cuando no hay ideología profunda en los actores, el perdón y la rectificación no son la regla. Lo cierto es que una generación de actores del último proceso (“dirigentes”), deben ser jubilados y pasar a la condición de asesores. Miles de jóvenes talentosos en todos los grupos están en el banco, esperando que le den paso a la modernidad, pero esa gerontocracia que gana dinero, gane o pierda los certámenes, se niega a dar espacio a lo nuevo. Las pérdidas y los duelos como resultados del pasado torneo electoral sólo se superan con una verdadera revolución, renovadora, en donde se vuelva a hablar y practicar los valores, los principios, y siquiera un poquitín de ética.

Cesar Mella (Psiquiatra)

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