La escena ya es calificada como la más sangrienta operación desde el final del Apartheid, y ha conmocionado a Sudáfrica desde ayer, provocando un enorme malestar. En ella se ve como la policía dispara contra mineros en huelga en Lanmin, ubicada a unos 100 kilómetros al noroeste de Johannesburgo. Según las cifras que el comisario nacional de la Policía, Riah Phiyega, dio hoy: son 34 los muertos y los efectivos actuaron en legitima defensa porque los manifestantes también dispararon. Pero los titulares de periódicos de hoy en Sudáfrica no dicen lo mismo. "Baño de sangre", "Matanza de mineros" o "Campo de muerte" con las fotos de los policías fuertemente armados, caminando entre los cuerpos polvorientos y ensangrentados de los mineros negros tirados en el suelo ha provocando un auténtico shock en Sudáfrica y el repudio internacional. Las imágenes del tiroteo fueron reproducidas por la agencia Reuters, y han llevado la escena a todos los rincones del planeta. Después de 12 horas de silencio oficial, el ministro de Interior, Nathi Mthethwa, confirmó que al menos 34 mineros murieron cuando la Policía se enfrentó a unos 3.000 mineros armados con palos y machetes en una colina. La matanza ha sido comparada con la que se produjo en 1960 en Sharpeville, cuando la policía del Apartheid abrió fuego contra una multitud de manifestantes negros, matando a más de 50. En un editorial en portada, el diario 'Sowetan' se pregunta qué ha cambiado desde 1994, cuando Mandela terminó con tres siglos de supremacía blanca para convertirse en el primer presidente negro sudafricano. "Antes, el Apartheid trataba a los negros como objetos. Eso sigue sucediendo hoy, de una u otra forma", decía el editorial. El presidente Zuma aplazó un viaje a Mozambique para acercarse a la mina ante la gravedad del incidente. Zuma, que afronta su reelección al frente del Congreso Nacional Africano en diciembre, dijo que se encontraba "sorprendido y consternado" por la violencia de los hechos: "Creemos que hay suficiente espacio en nuestro sistema democrático para que cualquier disputa sea resuelta con diálogo y sin quebrantar la ley", señaló. Los trabajadores de la mina de Lonmin habían iniciado una huelga el viernes pasado para exigir un aumento de sueldo del 200 por ciento. Las familias de los mineros aseguran que algunos están desaparecidos. Hoy el lugar se encuentra rodeado por la policía y con helicópteros patrullando. Los sindicatos y algunos políticos, que califican el hecho de "masacre", exigen una amplia investigación. El gobierno ha sido criticado además por no enviar mediadores a la mina para evitar que la situación se deteriorara. Ningún ministro ni otro representante acudió a Lonmin esta semana. Durante el pasado fin de semana murieron en enfrentamientos con la policía diez personas, entre ellas dos agentes. Algunos fueron quemados o golpeados hasta morir. Los analistas aseguran que en el conflicto se mezcla también una lucha de poder entre dos sindicatos rivales. Según la versión oficial, la policía alertó el jueves a los mineros que debían dispersarse después de los choques del pasado fin de semana. Los agentes lanzaron gas lacrimógeno y usaron cañones de agua, y entonces, según las autoridades, algunos huelguistas dispararon a la policía, que respondió de la misma manera, con munición letal. Actuaron en legítima defensa, aseguraron hoy.
Fuentes: Agencias
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