Afganistan.- De casa en casa, un soldado estadounidense la emprendió a tiros ayer domingo
contra civiles afganos mientras dormían en sus viviendas y mató a 16 personas,
la mayoría mujeres y niños, un ataque que reavivó la ira contra la presencia
estadounidense tras una ola de protestas mortales detonadas cuando
estadounidenses quemaron ejemplares del Corán en una base militar. El ataque amenaza con provocar otra crisis en las relaciones entre Estados
Unidos y Afganistán y desatar preguntas tanto en Washington como en Kabul acerca
de la razón por la que las tropas estadounidenses aún combaten en Afganistán
después de 10 años de conflicto y la muerte de Osama bin Laden. La matanza, la peor atrocidad cometida por fuerzas estadounidenses durante la
guerra en Afganistán, se produjo en medio de una creciente indignación del
pueblo afgano, alimentada por la quema de ejemplares del Corán el mes pasado y
por un video previo que supuesde tamente mostraba a infantes norteamericanos
orinando sobre los cadáveres de milicianos talibanes. Los pobladores dijeron que el ataque de ayer domingo comenzó hacia las tres
de la mañana en dos aldeas en el distrito de Panjwai, una región rural en las
afueras de Kandahar que es la cuna de los talibanes y donde las fuerzas de la
coalición han luchado por el control durante años. Los pueblos están a unos 5000 metros de una base estadounidense en una región
que fue el epicentro de la estrategia de reforzamiento militar de Obama en el
sur del país a partir de 2009.
Llenos de terror
Los aldeanos describieron como se encogían, aterrados, mientras los disparos resonaban y el soldado acechaba casa por casa, disparando contra quienes estaban dentro. Dijeron que entró en tres viviendas en total y quemó algunos de los cuerpos. Once de los muertos eran de una sola familia y nueve de las víctimas eran niños. Algunos residentes dijeron inicialmente que creían que había varios atacantes, considerando la carnicería. “Un hombre no puede matar a tanta gente. Debe haber habido mucha gente involucrada”, dijo Bacha Agha, del pueblo de Balandi. “Si el gobierno dice que esto es obra de una sola persona no lo aceptaremos.... Después de matar a esas personas ellos también quemaron los cuerpos”.
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