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viernes, 19 de febrero de 2010
The Wall Street Journal : Las relaciones entre Haiti y Republica Dominicana son mejores despues del terremoto
Por Jose Cordoba
"El presidente dominicano Leonel Fernández realizó una visita no anunciada a su colega haitiano, René Préval, menos de 48 horas después del devastador terremoto del mes pasado en Puerto Príncipe, la capital haitiana.
Préval se había reinstalado con miembros del gobierno haitiano que sobrevivieron a la catástrofe en una oscura comisaría de una planta cerca del aeropuerto. “Lo encontré solo en una oficina oscura”, afirma Fernández en una entrevista en una sala de recepción con adornos dorados en el palacio presidencial en esta ciudad. “Rápidamente comenzamos a hacer planes para ver qué medidas inmediatas podíamos tomar” para ayudar.
Durante dos siglos, Haití y la República Dominicana han sido vecinos poco amigables.
Los dos países comparten la pequeña isla de La Española, pero hablan idiomas diferentes, y sus historias sangrientas y llenas de enfrentamientos han motivado desconfianza, miedo y resentimiento mutuos. Tras el terremoto del 12 de enero, personas a ambos lados de la frontera ven una oportunidad de mejorar las relaciones.
Además de millones de dólares en ayuda privada y gubernamental, la República Dominicana envió 15 cocinas de campo a Haití y cada una sirve más de 60.000 comidas calientes por día, así como decenas de generadores y equipos de trabajadores eléctricos para ayudar a devolver la energía a Puerto Príncipe.
Los médicos dominicanos convirtieron lo que se iba a convertir en una clínica en la frontera en un hospital completo donde miles de haitianos heridos han sido atendidos.
“Los dominicanos fueron los primeros en llegar con ayuda, médicos y comida”, dice Alice Blanchet, asesora especial del primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive. “Estuvieron estupendos”.
“Creo que la tragedia tuvo la bendición de acercar a nuestros países”, afirma Fernández. De todos modos, advierte, si una masa de haitianos cruza la frontera, pondría presión sobre los ya agobiados servicios públicos y potencialmente amenazaría al gobierno dominicano. Podría también convertirse en un problema de seguridad regional para EE.UU. “El tráfico de drogas aumentaría. Podríamos convertirnos en Estados fallidos”, sostiene, al referirse a la posibilidad de un colapso en Haití.
La raza ha sido un factor importante en la historia de la isla. Los revolucionarios negros haitianos, quienes consiguieron la independencia para su país a manos de los granaderos de Napoleón en 1804, dominaron con rapidez la parte oriental de la isla, dominada por los españoles. Recién en 1844, la República Dominicana se independizó de Haití.
Los dominicanos, que hablaban español y tenían una piel relativamente más clara, a su vez despreciaban y temían a sus vecinos predominantemente negros que hablaban criollo.
Generaciones de dominicanos fueron criados con la historia nacional de cómo las tropas haitianas masacraron a miles de dominicanos durante la guerra de independencia del país. En 1937, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo ordenó la masacre de unos 30.000 migrantes haitianos, la mayoría de los cuales trabajaban en campos de azúcar dominicanos.
La República Dominicana ha logrado progresos constantes desde que comenzó a salir de la sombra de la dictadura de 31 años de Trujillo en 1961, pero Haití se hundió en el caos una y otra vez luego de que los 29 años de dictadura de la familia Duvalier terminaran en 1986. Ambos son países pobres con poblaciones de alrededor de 9 millones de personas. Pero el Producto Interno Bruto de Haití es de menos de US$6.000 millones, y 78% de la población vive con menos de US$2 por día. La República Dominicana tiene un PIB de US$45.000 millones y una tasa de pobreza de 48%. Actualmente, hasta un millón de haitianos viven en la República Dominicana, y muchos de ellos trabajan en agricultura y construcción.
Fernández afirma que espera que la comunidad internacional invierta los miles de millones de dólares necesarios para “refundar” Haití. Pero él y muchos otros aquí temen que la atención internacional se desvanezca y la presión de un Haití fallido impulse la migración a la República Dominicana. Eso se sumaría a los problemas de este país —que sufre una corrupción endémica, creciente infiltración de traficantes de drogas, y apagones que duran horas— que han frenado el desarrollo económico.
Recuperar Haití será una misión hercúlea. En un informe el martes, el Banco Interamericano de Desarrollo concluyó que el terremoto haitiano ha sido el peor y más caro desastre natural de la historia. Unas 250.000 personas murieron y el terremoto causó hasta US$13.200 millones en daños materiales.
Una década después de la catástrofe, la producción económica de Haití probablemente será un 30% menor de lo que sería si el desastre no hubiera ocurrido, según el informe.
De todos modos, el terremoto desató muestras de apoyo de individuos y empresas dominicanos. Empresas de ese país donaron alrededor de US$17 millones en ayuda.
“Vemos en esta tragedia una oportunidad de desarrollo en la isla”, indicó Fernando Capellán, un empresario dominicano que es presidente de Grupo M, firma que opera una zona de libre comercio en la parte haitiana de la frontera donde unos 4.000 trabajadores ensamblan prendas de vestir.
Lisandro Macarulla, vocero de Conep, una importante cámara de comercio dominicana, afirma que hay oportunidades para que las empresas de su país vendan toda clase de productos, desde espagueti hasta equipos pesados a Haití, el segundo mayor socio comercial del país después de EE.UU. Pero él y Macarulla hicieron eco de la preocupación de Fernández de que la comunidad internacional pierda interés. “La situación es tanto una oportunidad como un peligro”, sostiene.
Tomado y traducido del The Wall Street Journal
Por el periodico Listin Diario 19-02-10
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