domingo, 19 de junio de 2011

SIN MAESTRO NO HAY CHANCE

No se me ocurre atacar a maestros y maestras por la tragedia de su ignorancia. Las espeluznantes realidades reveladas por un estudio del Instituto Nacional de Educación Inicial incluyen que casi nueve de cada 10 maestras de lengua española de los sectores público y privado (extrañamente el estudio solo incluyó a mujeres) comete faltas ortográficas y ortofonéticas graves. Está más claro que el agua el hecho de que el docente no ha sido prioridad para el sistema educativo dominicano. El sueldo base de un maestro o maestra de básica dominicano era de RD$7,802 en mayo de este año, según un reportaje publicado por LISTÍN DIARIO bajo la firma de la colega Bethania Apolinar. Con sueldos similares a los que la empresa privada paga a conserjes y empleados de limpieza, queda poca esperanza de que las personas más calificadas sean las que se acerquen al mundo de la enseñanza. Descansa, entonces, en manos de personas con calificación baja y pocas oportunidades de capacitación (tienen que llevar dos y tres tandas para sobrevivir) la formación de quienes deberían ser los agentes de progreso del país: sus estudiantes. No lo digo yo. En los concursos realizados por el ministerio de Educación para entrar a la carrera docente, apenas el 31% obtuvo el mínimo necesario para dar clases. ¿Quiénes se presentaron a esas oposiciones? Desde luego no la crema y nata de la cultura nacional. Hasta que el magisterio no sea la profesión digna que necesita todo país que quiere crecer, poco hacemos con construir aulas, dotarlas de nuevos textos y de pantallas planas. Junto al alumnado, el profesorado constituye la sangre y el corazón de la escuela, inútiles uno sin el otro. Va siendo hora de poner la mirada, la intención y la billetera en enaltecer nuevamente a esos y esas que constituyen la fuente de saber de nuestros hijos e hijas: sus maestros.

María Isabel Soldevila (Tomado del Listin Diario)
maria.soldevila@listindiario.com


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